jueves, 26 de junio de 2008

Leyendas de Galicia

Buenos días. Muchos pensarán que el Profesor Ciro no tiene materia gris para escribir algo de su propia cosecha; no es así. Es que el alma de investigador que tiene dicho personaje, le ha hecho descubrir infinitas historias que, por ley, deben conocerse antes de que él utilice sus luces para describir o narrar su sentir íntimo con respecto a nuestros amigos peludos cuatropatas. Por eso, les agradece disfruten de sus historias, siempre tomadas de renombradas páginas y/o autores. Luego, cuando la musa lo reviva, Profesor Ciro les hará partícipe de muchas historias hermosas sacadas de sus propias plumas (tinta) y patas.
Lametazos


"El lobo blanco"

Hace mucho tiempo vagaba por la sierra de Coba un lobo. Esto no tendría nada de especial si no fuera que este era un lobo completamente blanco.
Todos en los pueblos de la Sierra conocían la historia del lobo blanco que fue encontrado siendo un cachorrillo por el pastor de "Os Lugarexos" de Coba, realmente lo encontraron los perros del rebaño pero curiosamente en vez de matarlo como era su natural inclinación, estaban todos rodeándolo como asombrados del extraño color de aquel animalillo abandonado por su manada que tenía pinta de lobo, olía a lobo pero tenía color de corderillo, y no estaba protegida por ninguna de las manadas que enseñoreaban la Sierra.
El sorprendido pastor, lo cogió y lo bajó al pueblo, lo llevó a un pajar y lo puso a mamar de una oveja. Parece que el hambre era grande pues la idea funcionó. El tiempo pasó y el lobito creció y cuando ya tenía el tamaño de un cordero iba al monte con las ovejas, y por el color a fe que parecía una más.
Se había criado entre ovejas, actuaba como ellas, e incluso cuando el rebaño era atacado por los lobos, también él buscaba refugio mientras los perros luchaban. Pero el tiempo pasó y creció como corresponde a su raza, aunque su piel seguía siendo blanca y tenía unos extraños ojos que daban miedo. En el pueblo los perros ya no le respetaban como cuando era cachorro y tenía frecuentes peleas que manchaban de sangre su blanca piel. Poco a poco se fue alejando del rebaño y ya no lo acompañaba ni venía al pueblo por la noche. Por haber pasado parte de su vida en el pueblo, su aullido era muy conocido y cuando en la sierra aullaban los lobos, a él todos los paisanos de Coba lo distinguían. El pastor le tenían mucho cariño, y le llevaba comida, cuando algún cordero moría se lo llevaba para que le sirviera de alimento. Nunca atacó al rebaño, era un huérfano errante que solo encontraba compañía con el pastor y sus perros que le seguían respetando.
Pasaron los años, y en cierta ocasión unos bandidos asaltaron el rebaño en la sierra y como el pastor ofreció resistencia, después de matar a flechazos a los perros se pusieron a darle una brutal paliza. En esto los caballos de los bandidos empezaron a relinchar nerviosos, como si adivinaran un peligro que se acercaba, detuvieron los bandidos su inhumana paliza y súbitamente apareció entre las genistas el lobo blanco que se lanzo al cuello del jefe. La sangre manaba a borbotones de la herida, sin que los demás tuvieran tiempo de reaccionar, el lobo saltó al cuello otro bandido. Los demás huyeron.
El pastor contó esta historia tal como la conocemos poco antes de morir como consecuencia de las heridas recibidas, dijo que al menos habían sido diez los bandidos. Cuando los paisanos de Coba fueron a la Sierra, encontraron los cuerpos de siete desconocidos, todos con la marca del lobo en la garganta.
Nadie volvió a ver el lobo blanco, pero en Coba durante mucho tiempo lo siguieron oyendo aullar, allá por la Escrita.

(Tomado de La Sonrisa Nórdica) Por favor, no dejen de visitar esa página.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué hermosa historia Profesor Ciro, me encantan sus artículos.
Además es usted un perro muy bello!
Una admiradora secreta !